La empatía es una elección, y es una elección vulnerable, porque para poder conectarme contigo tengo que conectarme con algo en mí mismo que reconozca ese sentimiento.

El poder de la empatía es un cortometraje animado (de menos de 3 minutos), basado en una conferencia de Brené Brown sobre la empatía. Constituye, a mi juicio, una excelente guía para aquellos que desean ayudar a familiares o personas queridas que se encuentran en un momento de crisis del cual no pueden salir, pero también como pautas a tener en cuenta para poder comunicarnos entre nosotros, (estemos en crisis o no).

Es importante asimilar ciertas pautas porque la ayuda, si no se da bien, puede causar más daño. La regla número 1 es no pretender ayudar a quien no te lo está pidiendo, quizás el impulso corresponde a tu propia angustia, no a la suya, quizás puede sentir su amor propio herido. El corto muestra ejemplos cotidianos, pero, en ocasiones, las personas que más sufren, o cuyo sufrimiento es más complejo, se encuentran no sólo con la incomunicación sino con juicios severos o rechazo a su persona, lo que, lógicamente, empeora la situación.

 

Guión.

 

¿Qué es la empatía y por qué es muy diferente a la simpatía?

La empatía alimenta la conexión.

La simpatía lleva a la desconexión.

 

Theresa Wiseman es una erudita en enfermería que estudió varias profesiones en las que es importante la empatía.

Propuso 4 atributos de la empatía:

 

1.Tener perspectiva. Poder tomar la perspectiva de otra persona o reconocer esa perspectiva como la verdad de esa persona.

2. No emitir un juicio (No es fácil, con lo que disfrutamos haciéndolo).

3. Reconocer las emociones de la otra persona.

4. Comunicárselo.

 

La empatía es ser sensibles con las personas. Siempre pienso en la empatía como una especie de espacio sagrado. Cuando alguien está atrapado en un agujero profundo y grita desde el fondo, diciendo:

 

“Estoy atrapado, está oscuro, estoy abrumado”.

Bajamos, miramos y decimos:

“Oye, yo sé cómo es estar aquí abajo y no estás solo”.

 

La simpatía es:

 

“¡Uh…! Qué mal, ¿no? ¿Quieres un sándwich?”.

 

La empatía es una elección, y es una elección vulnerable, porque para poder conectarme contigo tengo que conectarme con algo en mí mismo que reconozca ese sentimiento. Casi nunca, o nunca, una respuesta empática comienza diciendo:

 

“Por lo menos…”.

 

Y lo hacemos todo el tiempo. ¿Saben por qué? Alguien acaba de compartir algo muy doloroso con nosotros y nosotros tratamos de ver lo positivo del caso:

 

– “Tuve un aborto espontáneo”.

– “Al menos sabes que puedes quedarte embarazada”.

– “Creo que mi matrimonio se está derrumbando”.

– “Al menos tienes un matrimonio”.

– “A John lo van a echar del colegio”.

– “Al menos Sara saca en todo diez”.

 

Pero una de las cosas que hacemos a veces ante conversaciones difíciles es tratar de mejorar la situación. Si comparto algo muy difícil contigo preferiría que digas:

 

“No se qué decir, pero gracias por contármelo”.

 

Porque la verdad es que casi nunca una respuesta puede mejorar la situación. Lo que mejora la situación es la conexión.