En El banquete  (diálogo platónico escrito entre 385–370 a. C.), Platón, por boca del personaje de Diotima, nos dice que Eros (dios del amor), es hijo de Poros (personificación de la abundancia de recursos) y de Penia (personificación de la pobreza, la necesidad o la indigencia).

Esta concepción muestra todo un diamante de significados que, sorprendentemente, parecen enterrados en el olvido. ¿Cómo es posible que en toda la carrera de psicología no se mencione la palabra amor? Pareciera que las actuales facultades, en un intento por ser objetivas, han empobrecido su objeto de estudio, que es subjetivo.

Veamos lo que nos dijo Platón sobre el amor

“Siendo hijo, pues, de Poros y Penia, Eros se ha quedado con las siguientes características. En primer lugar, es siempre pobre, y lejos de ser delicado y bello, como cree la mayoría, es, más bien, duro y seco, descalzo y sin casa, duerme siempre en el suelo y descubierto, se acuesta a la intemperie en las puertas y al borde de los caminos, compañero siempre inseparable de la indigencia por tener la naturaleza de su madre. Pero, por otra parte, de acuerdo con la naturaleza de su padre, está al acecho de lo bello y de lo bueno; es valiente, audaz y activo, hábil cazador, siempre urdiendo alguna trama, ávido de sabiduría y rico en recursos, un amante del conocimiento a lo largo de toda su vida, un formidable mago, hechicero y sofista. No es por naturaleza ni inmortal ni mortal, sino que en el mismo día unas veces florece y vive, cuando está en la abundancia, y otras muere, pero recobra la vida de nuevo gracias a la naturaleza de su padre. Mas lo que consigue siempre se le escapa, de suerte que Eros nunca ni está falto de recursos ni es rico, y está, además, en el medio de la sabiduría y la ignorancia. Pues la cosa es como sigue: ninguno de los dioses ama la sabiduría ni desea ser sabio, porque ya lo es, como tampoco ama la sabiduría cualquier otro que sea sabio. Por otro lado, los ignorantes ni aman la sabiduría ni desean hacerse sabios, pues en esto precisamente es la ignorancia una cosa molesta: en que quien no es ni bello, ni bueno, ni inteligente se crea a sí mismo que lo es suficientemente. Así, pues, el que no cree estar necesitado no desea tampoco lo que no cree necesitar”.

No somos ni medias naranjas ni naranjas completas

Con frecuencia se nos dice que no somos una media naranja buscando la otra media, que debemos ser naranjas completas. Pero no somos naranjas completas, si lo fuéramos no buscaríamos a otros. Estamos en falta (Penia), y por eso buscamos lo que nos falta, y deseamos aquello que fantasmalmente nos completaría; pero nada nos completa (lo que consigue siempre se le escapa), estamos condenados, para bien y para mal, a buscarnos y a amarnos (Poros) a través del amor que damos a los demás.

¿Ser libre para amar implica poder aceptar ideas que inquietan?

Eros es amante de la sabiduría, y por tanto está a medio camino entre el sabio y el ignorante. Sólo el que acepta su falta, el que no cree, en ilusión de omnipotencia, que lo sabe todo y puede con todo, podrá admitir su ignorancia y podrá aprender. Por ello necesitamos tanto de Poros como de Penia. Poros nos suministra capacidad, somos como nos amaron, pero también Penia nos conecta con nuestra vulnerabilidad, y nos enseña a amar. Sin amor no hay vida, y sin Penia no puede haber un inicio para una terapia vital. Por eso el subtítulo de esta sección es “ser libre implica poder aceptar ideas que inquietan”. Y subrayo la palabra poder, pues para poder tendremos que constituir a Poros y reconocer a Penia.

¿Existe aventura más importante que esta?.

Fuente

El banquete. Platón.

Imagen

Psique alumbra el rostro de Eros.