En el año 1997 fueron muchos los que se enamoraron de Mejor… imposible (As Good as It Gets), de James L. Brooks. La comedia estaba protagonizada por un personaje obsesivo, maleducado, homófobo, ególatra y misántropo que, sin embargo, nos caía muy bien.
Melvin Udall (interpretado por Jack Nicholson), está diagnosticado con el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC).
Su vida esta muy limitada debido a la necesidad imperiosa de realizar una serie de rituales compulsivos para calmar la angustia de pensamientos intrusivos: cerrar cinco veces el cerrojo de la puerta, lavarse las manos con un jabón nuevo cada vez, utilizar en el restaurante cubiertos de plástico, no pisar las líneas de las aceras, etc.
Vamos a centrarnos ahora en la estructura de personalidad obsesiva, que puede ir acompañada de síntomas de TOC, o no. Para Lacan, la característica principal del obsesivo es su imposibilidad de sostener el deseo (Pascual, 2014).
El obsesivo aplasta su deseo parapetado en una coraza, que en el caso de Melvin está construida a base de sarcasmo y aparente cinismo. ¿Puede amar Melvin?
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